¿Pero de verdad ha llegado el tiempo de la ilusión? ¿No estamos un poco tontería? ¿No contribuimos a engordar a los medios de masas, que necesitan, con desesperación, construir cada día un «acontecimiento histórico»? Menos mal que Telecinco mantiene la serenidad y no nos arrebata la enésima repetición de las historietas crueles de Camera café.
Hoy mismo escribe Florencio Domínguez que «una característica singular de estas situaciones es la forma en que se retuerce la lógica cotidiana a la hora de interpretar los movimientos del terrorismo, de tal forma que nunca podemos estar seguros de si estamos contemplando la realidad o su reflejo en un espejo deformante».
No, ojalá me equivoque, pero no creo que estemos ni de lejos en una paz con justicia. Contra el barullo, otra cita, traída aquí gracias a Aurelio Arteta, a quien tanto admiro. Recordaba Aurelio el otro día a Günter Anders, quien denunció que, en procesos como el que ahora parece que va a tomar velocidad hay un peligro cierto: «al final nadie asume responsabilidad alguna, y lo único que queda es la tierra carbonizada de las víctimas y la radiante buena conciencia de los necios».
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