29 enero 2012

Conjeturas lingüísticas

Dedico un buen rato a la última edición del Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, de Manuel Seco. Es un trabajo que se publicó por vez primera en 1961, y que su autor ha ido revisando desde entonces para cada nueva edición, al compás de los cambios sufridos por la lengua. Hasta que la Real Academia Española (RAE) dio a la luz en 2005 el Diccionario panhispánico de dudas, la obra de Seco fue la más comprada y consultada por todos aquellos a quienes asaltan con frecuencia dudas en el uso de la lengua española. Yo recuerdo no sólo haber adquirido una de sus muchas ediciones, sino también encontrar y aprovechar el volumen, por ejemplo, en centros de enseñanza y oficinas de la Administración.

En esta edición de finales de 2011 termina Seco su presentación recordando a Sidney Landau, para quien “la imitación es la forma más sincera de lisonja”. De acuerdo con esta sentencia, continúa Seco, “puede afirmarse que cierto ambicioso y bastante reciente Diccionario de dudas, amparado por el nombre de una venerable institución, ha constituido la mayor de las alabanzas que podía esperar este Diccionario mío en su edición de 1998. Desde la idea general hasta no pocos contenidos concretos, y desde la estructura básica hasta la disposición tipográfica, la obra admiradora deja patente huella de la obra admirada, aunque, por explicable olvido, en ningún lugar haya mencionado la fuente inspiradora”.

La “venerable institución” a la que Manuel Seco no quiere nombrar es, claro, la RAE (a la cual, por cierto, el propio Manuel Seco pertenece desde 1979, lo que gusta de recordar siempre, incluso en la cubierta de este libro), y el diccionario de dudas es el ya citado panhispánico de la misma institución.

Aquí tenemos los datos para un buen relato, aunque no sabemos si su materia principal la tejen las discrepancias lingüísticas o económicas, o puede que componentes menos nobles, como el ninguneo, la envidia, el despecho o la soberbia. En todo caso, las palabras de Seco, pero también que, en efecto, en el Diccionario panhispánico no se le mencione nunca, ni a su obra, dan pie para lucubrar en varias direcciones.

Desde luego, Seco, que no participó en el Panhispánico –siendo autor ya de este diccionario, y un notorio lexicógrafo—, fustiga a la RAE en muchas entradas de su diccionario. Las discrepancias a la hora de aceptar o no nuevas palabras o expresiones, o nuevas acepciones de algunas, saltan al lector aquí o allí; además Seco considera que la RAE mantiene no pocas veces una actitud demasiado complaciente y blanda con palabras o sentidos nuevos que para él son radicalmente inaceptables, al igual que ante topónimos aceptados por la RAE —si bien, digamos, por imperativo legal, ya que ha sido el Parlamento español el que se ha plegado a diversas exigencias nacionalistas al aceptar como únicos nombres legales de ciudades y provincias los escritos en euskera, gallego o catalán (Lleida, A Coruña o Gipuzkoa, por ejemplo)—.

Cabe sospechar por tanto que las diferencias lingüísticas entre Seco y la mayoría de los académicos son ya viejas, y que tal vez por eso el Panhispánico se hizo sin contar con él, convertido en un (relativo) disidente dentro de la institución. Por otra parte, pudo plantearse en su momento, al salir el Panhispánico en 2005, un conflicto económico y editorial derivado del interés de Seco por continuar reeditando su obra (con la que Espasa y él han hecho, desde hace cincuenta años, un buen negocio), frente a la decisión de la RAE de que el Panhispánico lo publicara un grupo editorial rival, Santillana.

Mejor no seguir conjeturando. Me quedo con los datos que fluyen sencillamente de las palabras de Manuel Seco. Es decir, con su irritación indisimulada ante el Panhispánico, con su acusación de que dicho diccionario incurre en un cierto plagio de su propia obra, y encima con el alfilerazo a su orgullo que desprende el texto, orgullo que sangra al no ser nunca citado ni reconocido en aquél.

Aunque lo que más me intriga es lo del “explicable olvido”. ¿Por qué explicable? ¿Qué sucesos o pendencias con otros miembros de la RAE explican ese olvido? ¿En qué colegas de la Real Academia Española, a los que verá todos los jueves en las reuniones ordinarias, y en qué circunstancias, estará pensando don Manuel Seco?

26 enero 2012

Los blogs de cada día (y III)

Mi lista de blogs

La nave de los locos. Fernando Valls, profesor universitario y crítico literario de larga trayectoria, mantiene diariamente este blog (www.nalocos.blogspot.com) desde hace tres años. En él incluye materiales muy diversos: notas de viaje propias y ajenas, fotografías de lugares visitados, semblanzas de escritores, algunas (muy pocas) críticas de libros. Capítulo especial merecen los microrrelatos que selecciona y publica, de autores españoles o latinoamericanos, ya que su brevedad sí los hace apropiados para internet, y en ese terreno del microrrelato Valls es todo un especialista. El blog mantiene un buen nivel, y creo que gana cuando él se suelta el pelo en sus análisis o enfados, o cuando algunos colaboradores a los que él ha acogido han escrito sobre problemas literarios. Es un blog muy visitado por todo tipo de gentes ligadas profesional o vocacionalmente a la narración y a la poesía. No publica comentarios anónimos.

Los archivos de Justo Serna. (www.justoserna.wordpress.com) Catedrático de Historia de la Universidad de Valencia, Justo Serna escribe, más o menos cada cuatro días, sobre libros, pero también acerca de películas o series televisivas. Últimamente dedica menos entradas a la política, tal vez porque El País le publica, en su edición valenciana, una columna semanal sobre las andanzas de los políticos de esa comunidad, tan peculiares y/o siniestros. El tono del blog es sereno, cuidado, un punto profesoral y exquisito, nada polémico, vivaz o afilado. Eso nunca, para bien o para mal. El aspecto visual es muy cuidado, muy coherente con el estilo de Serna.

Antón Castro. (www.antoncastro.blogia.com) Castro es un veterano de los blogs. Su planteamiento es netamente informativo. Exposiciones, presentaciones de libros, noticias culturales varias, todo cabe en este gran contenedor, mantenido con extraordinaria regularidad y profusión y, por tanto, invirtiendo mucho tiempo. Antón Castro no opina, sólo informa, sobre todo en relación con la vida cultural de Aragón, donde vive hace muchos años.

Daniel Gascón (www.danielgascon.blogia.com) Hijo de Antón Castro, escritor y guionista, mantiene un blog poco regular, pero que contiene siempre entradas de gran interés, muy bien escritas, y, al contrario que su padre, comprometidas, combativas. Enlaza también con sus artículos en otros medios, sobre todo en la muy interesante revista Letras Libres.

Pepe Cerdá. (http://pepe-cerda.blogia.com/). Este pintor aragonés creó su blog ya en 2004. Como él mismo explicó hace poco, “contar por contar es lo que yo he venido haciendo aquí desde hace ya más de un lustro. He ido vertiendo juicios, opiniones, sucedidos, reflexiones y anécdotas sin ton ni son. A muchos, la mayoría, de los lectores les ha ido entreteniendo y cuando les ha dejado de entretener han dejado de leerme y en paz. A otros, los menos, les he ido cabreando y se han ido calentando, y por esto, aunque resulte paradójico, me han seguido leyendo”. Cerdá parece escribir siempre sin remilgos, sin cuidados formales, como le sale. Pero tiene un sentido del humor, una mala leche, una forma directa de afrontar sus posts y un sentido de la narración que hacen que su blog, ahora muy irregular, siempre resulte estimulante.

Lector Mal-herido (www.lectormalherido.wordpress.com)
Hikikomori (www.hkkmr.blogspot.com)
Estos dos blogs los escribe Alberto Olmos, un novelista cada vez más pujante. El más riguroso es Hikikomori, aunque su frecuencia de publicación no es alta. Pero ahí Olmos aborda cuestiones literarias con notable altura, en entradas normalmente extensas, bien meditadas y que dan mucho juego polémico. En cambio, Lector Mal-herido, muchísimo más visitado y popular, e incluso con entradas que han sido recopiladas en un libro, es un blog mucho más discutible. Olmos, travestido en Mal-herido, da rienda suelta a su gracia bestia, que la tiene, pero a través de un personaje detestable, un bocazas que sacrifica la finura crítica a su condición de broncas. Y eso aunque a veces se atreva con verdades como puños, muy poco correctas políticamente. Es muy fácil soltar mandobles a diestro y siniestro, sólo que a veces se nota demasiado que lo único que apetece es eso, golpear duro, dejando de lado la consistencia.

Rayos y truenos. Enrique García-Máiquez. (http://egmaiquez.blogspot.com). Conservador en todos los sentidos de la palabra, católico a machamartillo, miembro del Opus Dei, rasgos, en fin, de los que me siento lejos, este magnífico poeta mantiene un blog que sigo con gusto. Todos los días hay una entrada, aunque a veces sea brevísima. Pero todas tienen agudeza y hondura. García-Máiquez no oculta sus ideas políticas ni religiosas, en absoluto, pero nunca es agrio, bronquista, amargo o apocalíptico. Tiende más a la levedad, al humor, a la sugerencia. Entre los blogs que estoy citando, no sé si conozco otro, además, tan pegado a lo personal, a lo familiar, a lo doméstico.

Café Arcadia. José Luis García Martín. (http://cafearcadia.blogspot.com). Me gusta este blog porque sigue la misma línea de los diarios en papel del escritor. En su caso el blog no es más que una prolongación, sin cambios de ninguna clase, de su empeño diarístico, que ha producido más de diez libros, desde el primero, que compré en 1991. García Martín siempre ha tenido, como diarista, una fama equívoca porque hay personas a la que no les gusta que se cuenten anécdotas de la vida literaria con nombres propios, miserias descarnadas con nombres y apellidos. Pero en sus diarios no sólo hay “sangrecilla”; siempre hay más, mucho más. Aunque, después de tantos años, creo que, tal vez por repetirse demasiado, sus seguidores ya le hemos tomado demasiado la medida.

Gonzalo Hidalgo Bayal (www.bayal.blogspot.com). Este escritor deslumbrante, que ha vivido siempre en su Extremadura natal al margen de modas y famas, y que durante muchos años publicó sus libros en ediciones modestísimas que me parece que no conocían ni los de Cáceres, mantiene hace años un blog muy original, en el que no admite comentarios. Juegos de palabras, versitos jocosos, algunas humoradas involuntarias de sus alumnos del Instituto, reflexiones muy breves y siempre agudísimas… Bayal es bueno en todo lo que publica, y su blog, raro, a veces desconcertante por lacónico y algo oscuro, es un cuaderno magnífico de escritor.

Alvaro Valverde. (http://mayora.blogspot.com). Me gusta la modestia en su blog de este buen poeta y maestro de escuela. Cuestiones literarias casi siempre, y muchos enlaces a textos de otros escritores, con una especial atención a los letraheridos de Extremadura, y entre todos a su admiradísimo Hidalgo Bayal. Un buen cuaderno de notas y lecturas. Valverde tampoco admite comentarios, supongo que por escepticismo sobre ellos.

Columna de humo. (http://www.benitezariza.blogspot.com). José Manuel Benítez Ariza, profesor de inglés en un instituto de Cádiz, traductor notable del inglés y escritor de larga trayectoria, aunque repercusión limitada, mantiene esta bitácora, cuaderno de notas, diario personal poco íntimo. Benítez Ariza escribe muy bien, y sus apuntes siempre son de buen tono y ponderados. Para mi gusto, a veces resultan demasiado serenos, casi circunspectos. Vaya, lo más opuesto que puede haber a Juan Mal-herido. Pero, en ese tono tan equilibrado, es un blog de gran interés.

El náuGrafo Digital. (http://www.elnaugrafodigital.com). Eduardo Laporte lleva ya un buen puñado de años con su blog. Muy regular en la publicación, Laporte mezcla los apuntes personales con una permanente observación y narración de lo que le rodea, de lo que encuentra en Madrid o de lo que le pasa cuando visita su Pamplona natal, de sus estados de ánimo, de lo que hace y de la gente que ve. Eso sí, siempre con gran discreción, salvo cuando los días se hacen de plomo y el ánimo decae. Eduardo Laporte es, hace años, una presencia constante en mis hábitos lectores, porque me interesa mucho ese empeño de registrar tantas cosas unidas, un empeño en el que la literatura y la vida se mezclan y todo se narra, todo es materia del blog.

Rafael Reig. (http://www.hotelkafka.com/blogs/rafael_reig). Este escritor no publica entradas con mucha frecuencia, pero en las que ven la luz brilla su humor, su sentido alcohólico de la vida, sus ganas de disfrutar de los amigos y de las comidas largas con ellos, de su hija y de su novia. Reig construye sus post con párrafos muy breves, muchas veces de una sola frase, que crean un ritmo muy personal y eficaz. Diario personal, anécdotas menudas, comentarios sobre algunas lecturas, y de tanto en tanto su mirada izquierdosa a la vida.

Escrito en un instante. Antonio Muñoz Molina tiene alojado este blog dentro de su (bien diseñada) página web (www.antoniomuñozmolina.es). Al margen de que soy lector de sus novelas y artículos hace muchos años, lo que me gusta de este blog es la capacidad del escritor para, casi todos los días, fijar en palabras una emoción, un paisaje, un juicio breve sobre algo o alguien, una situación. Escrito en un instante, y escritura del instante. Un verdadero cuaderno de escritor.

En la boca del lobo. (http://www.ramonlobo.com). Ramón Lobo, periodista de Internacional de El País, tiene un blog profesional dentro de los del periódico, aguas internacionales (http://blogs.elpais.com/aguas-internacionales), pero también mantiene este otro personal, en el que cuenta muy pocas cosas concretas de su vida, pero en el que vuelca sus perplejidades, sus enfados, sus sueños, y en el cual enlaza muchos vídeos de YouTube con canciones de su repertorio sentimental. Lobo es un magnífico periodista, autor de libros muy recomendables sobre sus experiencias como corresponsal de guerra, y un hombre de izquierdas, perplejo, enfadado con el mundo, siempre luchando con el sobrepeso y con sus sentimientos encontrados.

Podría citar más blogs que consulto. Pero no me quiero extender. Sólo nombraré, sin más, los de El Boomeran(g) (http://www.elboomeran.com). Ahora hay dieciséis alojados ahí, todos interesantes. También merecen citarse y leerse algunos de los alojados en el periódico El Mundo (http://www.elmundo.es/blogs/elmundo), en particular los de Arcadi Espada, Santiago González, Manuel Jabois y Alejandro Gándara. Y, en fin, los de Ramón Buenaventura (http://rbuenaventura.wordpress.com) y José María Romera. Jose Mari, en Las palabras de la tribu (http://www.romera.blogspot.com) nos enseña siempre sobre cuestiones de lenguaje, y sobre muchos más asuntos, muchos más.

23 enero 2012

Los blogs de cada día (II)

8. Desde entonces he mantenido a rachas este blog (el nombre, el angulo, lo decidí recordando unos versos de la Epístola moral a Fabio que proponen una hermosa aspiración). He alternado meses de actividad regular con largos parones. Ya sé que la irregularidad es perjudicial para el blog, porque en cada parada uno pierde varios seguidores que no vuelven. En los silencios han influido varios factores. A veces la falta de tiempo, porque otras tareas me absorbían sin remedio. En ocasiones la pereza, porque el empeño de la escritura, incluso de los textos ligeros que yo meto, siempre genera cierta tensión. Y a veces, sencillamente, una mezcla más letal: la de la pereza y el desaliento, porque nunca los resultados están a la altura de las expectativas. Escribir algo con interés es muy difícil, y creo que es muy sensato que periódicamente uno recuerde que tal vez lo mejor es estar callado, que ya hay en el mundo muchas, muchísimas personas que dicen lo que uno torpemente repite, y que lo dicen con más gracia y profundidad.

9. Aunque en un blog cabe todo, mi predilección está en los blogs cuya materia casi exclusiva son textos. Frente a estas bitácoras, hay muchísimas en que lo esencial son las inserciones, todos o casi todos los días, de fotografías o de vídeos bajados de YouTube o de Vimeo. Ante este empeño, más de un día he pensado: ¡así cualquiera mantiene un blog! Aunque, todo hay que decirlo, los hay que en esa selección de imágenes introducen un sentido, una determinada ordenación, que eleva espléndidamente su categoría, blogs con una selección muy cuidada y atractiva que configura, como en un patchwork, un nuevo producto a partir de la reutilización de otros anteriores. Pero hay muchos casos donde, sinceramente, el interés de lo que vemos es escaso, o limitado al círculo más familiar o amistoso del responsable del blog.

10. Mi propia actitud a la hora de alimentar el blog, irregular, guadianesca, creo que coincide con la de otras muchas personas que se cansan y abandonan el blog que un día crearon. Y es que hay un dato fundamental: creas un blog porque quieres, porque te da la gana. Nadie te ha pedido que lo hagas, no ha mediado ningún encargo. Como escribe Iñaki Uriarte al comienzo del segundo volumen de sus magníficos Diarios (en papel): “Espero seguir con estos archivos, a los que vuelvo a veces como quien vuelve a casa, y soy yo mismo el que me abro la puerta y me recibo y me doy conversación”. En un blog, salvo que se trate de un blog corporativo, un blog que forma parte de un proyecto periodístico o empresarial (por ejemplo, muchos de los que hoy mantienen, cobrando, periodistas de algunos medios), rige una actitud esencial: uno se lo guisa y uno se lo come.

Aunque esto que digo al mismo tiempo no es del todo cierto. Reconozco una diferencia significativa entre lo que hace Uriarte, escribir un diario íntimo del que sólo se ha publicado, y en papel, muy posteriormente una parte, y llevar un blog, porque en éste, desde el principio, uno se lo guisa, pero los demás están invitados al banquete. Acudan pocos o muchos, uno cocina para alguien, quiere que alguien deguste lo preparado. Y la previsión de la mirada posterior de los otros gravita ya sobre el que escribe en el mismo acto de hacerlo, cosa que, en principio, no sucede en la escritura privada o íntima.

11. Pero, bien mirado, en esos blogs irregulares, en los que hay silencios más o menos largos, sucede algo similar a cuando un escritor mantiene su diario en un cuaderno: que lo hace a rachas, porque forma parte de su reflexión y registro vital e intelectual privado, o incluso muy íntimo. Por eso, cuando publica un libro puede verse la discontinuidad entre las notas que acumula, los vacíos de meses o años en que el autor, por los motivos que fuera, no apuntó nada. ¿Por qué? Por muchas causas. Por ejemplo, la primera anotación de Iñaki Iriarte en su libro es: “Continúa la buena racha y casi no apunto nada”. La felicidad como motivo del silencio. Pero también, según, las enfermedades, el exceso de ocupaciones, la falta de ideas, el cansancio de anotar…

Sea como fuere, es comprensible que el escritor de un blog se detenga de vez en cuando, salvo si tiene una vocación de escritor a prueba de bomba o se lo plantea como una esforzada y estricta obligación —o le pagan, claro, pero de eso no hablamos aquí—. Nadie le ha pedido nada, no recibe otra recompensa que, tal vez, el elogio o el aliento de ciertos amigos o unos cuantos lectores anónimos. Así que no es extraño que las rachas fértiles alternen con las de desaliento, aburrimiento o pereza. Ya he dicho que para mí, como para tanta gente, es más fácil y placentero leer que escribir. Y mucho más si la recompensa por la escritura es mínima.

Eso sí, cuando uno detiene la escritura en el blog nace el problema, como ha escrito en su bitácora el pintor Pepe Cerdá, de que “no se encuentra luego ni el tiempo, ni el tono, ni el modo, ni el qué, ni la razón, ni la justificación para volver a hacerlo”. En tales situaciones creo que lo mejor es volver poco a poco, empezando por cualquier nadería, e ir recuperando el ritmo de forma tranquila, paulatina.

12. Esta reflexión sobre las interrupciones en la escritura del blog conduce a otra constatación: los escritores siguen jerarquizando los canales de transmisión. Y entre esos canales, el papel sigue conservando la primacía. El escritor más o menos famoso que mantiene un blog sigue publicando en papel lo que más le importa. La escritura en internet la reserva sólo para los apuntes, para la escritura de taller, para lo preparatorio. Lo importante en su obra, aquello para lo que reserva los esfuerzos más serios, son los libros, incluso los artículos en periódicos o revistas.

13. En mi blog no tengo un contador de visitas. No sé cuántos lectores tiene. Suele considerarse que un indicador de la repercusión de un blog es el de la cantidad de comentarios que dejan sus lectores en cada entrada. Pero la experiencia me ha hecho escéptico en este punto. El número de los comentaristas no alberga, creo, mucha relación con la cantidad de personas que leen el blog. Es altamente probable que mi blog lo lea muy poca gente, pero eso no se infiere de que tenga muy pocos comentarios. Hay personas que prefieren mandarme un correo electrónico, o llamarme por teléfono cuando algo les ha gustado o no. Y por suerte hay seguidores a los que nunca he hablado del blog y que me alegran el día cuando, de pronto, en un encuentro personal, me citan una cosa que escribí, un recuerdo grato de alguno de mis escritos. Son personas que nunca, o casi nunca, han metido un comentario. Yo mismo, que paseo por bastantes blogs, no acostumbro a dejar comentarios, incluso aunque me haya entusiasmado lo que encuentro.

Digo más: por suerte no es mi caso, pero en lo que se refiere a los comentarios, muchos blogs visitados, muy visitados, sean de cultura, sean de política, o de ambas materias, parecen colonizados por frikis, o por tipos tarados o repletos de mala baba o rencor que, amparados en el anonimato, insultan con saña y se van por los cerros de Úbeda. Son sujetos que enseguida pelean con otros comentaristas hasta que muy pronto dejan de lado lo que había escrito el autor del blog y alimentan su propia gresca, una bronca que ya no tiene nada que ver con lo que escribió aquél. En internet, en la participación que genera, hay demasiados insultos, demasiados cobardes anónimos, demasiadas broncas biliosas. Hace poco, una persona que aprecio mucho me contaba que un grupo de comentaristas que “tuvo” muchos años Arcadi Espada, y que transformaron ese espacio en un territorio aparte en el blog, un gallinero sin interés, se habían pasado al blog de Manuel Jabois, un joven pero ya sobresaliente escritor. Como okupas de su área de comentarios, siguen enzarzándose entre ellos, con independencia de lo que escriba el gran Jabois.

14. Un blog es público, y lo que se publica en él ahí queda. Por eso, y porque uno vive en una provincia pequeña, y conoce gente, y le conocen, y trabaja, y tiene amigos y conocidos, cuando escribo mi blog no soy todo lo libre que quisiera. Algunas temporadas lo he sido más; pero en otras esa limitación de mi libertad de expresión la he sufrido más agudamente y he preferido callarme. Es fácil escribir sobre algunos temas, por ejemplo sobre política internacional, o sobre ciertas cuestiones literarias, o meterse con las compañías telefónicas o aéreas, no sé, cosas así. Pero es mucho más difícil lanzarse a tumba abierta si uno quiere mezclar lo literario con lo político, y no digamos si se aborda la vida local, o se quiere lanzar una mirada sobre la gente que nos rodea y sus costumbres, o si el blog aborda asuntos personales y/o familiares. De modo que muchos blogs guardan de mil maneras un difícil equilibrio entre lo que se dice y se calla: se miden las palabras, se juega con las iniciales, con las referencias borrosas, se cambian detalles. O, sencillamente, uno se aguanta y se autocensura posibles entradas.

15. Un blog mantenido diariamente, o con mucha frecuencia, y que nos interese, puede crear en nosotros un hábito cotidiano. Todos los días miramos qué ha escrito su autor y discutimos mentalmente con él, o asentimos con vigor. Esa consulta de pocos minutos se convierte en una rutina un tanto adictiva. Por eso, cuando fallece quien mantenía un blog, el impacto puede ser intenso.

A mí me ha tocado sufrir tres muertes de blogueros que me afectaron, que golpearon mi ánimo en mayor o menor medida. Una fue la de Javier Ortiz. Todos los días leía su blog, el blog de un periodista muy de izquierdas que no sólo opinaba sobre asuntos políticos (mis desacuerdos con sus juicios eran frecuentes, pero eso es lo de menos), sino que también entraba en incidencias personales, en recuerdos sentimentales o políticos, o en sus gustos o criterios sobre los más variados líos del vivir. A partir de cierto momento, enero de 2009, los lectores diarios de su bitácora seguimos sus problemas de salud, que comenzaron justo después de que cumpliera 61 años, un cumpleaños que le sirvió para reafirmar por escrito, y por enésima vez, sus enormes ganas de disfrutar de la jubilación, para la que contaba los días. Después de su onomástica, los lectores supimos día a día, porque Javier Ortiz nos lo contaba, que no estaba del todo bien, que parecía tener problemas de hígado, que tal vez era una hepatitis, que los médicos ya habían dado con su dolencia y mejoraba, que pronto todo volvería a la normalidad. Luego dejaron de aparecer las notas personales, y sólo se publicaban sus columnas en el periódico Público... Hasta que tres meses después murió de cáncer. El día que, como tantos de sus lectores, y sin sospechar nada, entré al punto de la mañana y leí (ya no de su mano, claro) que había muerto, el golpe anímico fue considerable. Javier Ortiz, sin haberlo tratado, ya era una compañía estimulante en mi vida, un escritor del que me interesaba su mirada y sus andanzas diarias. Y su muerte la sentí como algo personal.

Algo similar, aunque con menor intensidad, sucedió con otro escritor, Pedro de Miguel, que a diario publicaba algo gracioso, sutil, penetrante. Y también dejó su blog en el aire, interrumpido como un juguete roto, un amigo, José Ramón Urío, al que echo mucho de menos. Todavía están en la red sus entradas, la última de comienzos de 2007, como están las de Javier Ortiz, las de Miguel Martínez Lage, las de otros blogueros a quienes unos lectores seguían día a día.

Final. Un blog, en mi experiencia, es un formidable ejercicio para la mente. Ayuda a pensar, a ordenar las experiencias y las miradas personales sobre lo que sucede. La realidad, las lecturas, los sueños y aspiraciones, las indignaciones, todo cabe. Y todo, además, debe pasar el filtro de la escritura, una escritura que no es privada y por tanto tiene sus propias exigencias. Aun contando con los desfallecimientos periódicos, me alegro mucho de haberlo creado, y sigo teniendo mucha ilusión por mantenerlo. Y sigo, sobre todo, disfrutando con los que leo de gente mucho más valiosa que yo, aprendiendo, pensando. Con lo fácil que es crear un blog, ¿quién da más?

21 enero 2012

Los blogs de cada día (I)

La revista TK ha publicado, en su número de 2011, aparecido a fin de año, un artículo que les envié, Los blogs de cada día. Quince notas y unas recomendaciones. Como es bastante largo para reproducirlo aquí de golpe, voy a dividirlo en varias entradas. Me gustaría que sirviera como preámbulo a una nueva temporada de El ángulo, tras unos meses de silencio.

1. Las notas que siguen persiguen un objetivo muy modesto: seleccionar, comentar y recomendar muy brevemente, a partir de mi experiencia como lector diario en internet, un pequeño elenco de blogs más o menos literarios, dicho sea esto de literarios en sentido muy amplio. Es evidente que otros lectores de bitácoras en la red acumularán experiencias muy diferentes a la mía. Y es que, según nuestras ideas o gustos, dentro de la oferta de internet caben itinerarios diversos, listas de favoritos tan distintas que no se cruzan nunca, o sólo en contados casos.

Desde luego, las diversas selecciones de blogs pueden incluir algunos de gente muy conocida, o que partiendo del anonimato han conseguido miles de seguidores, pero también hay quien atiende en especial a blogs de gente que conoce, amigos, personas de su ciudad, y que ya solo por eso se incorporan a su lista de favoritos. Eso sin contar, a la hora de conformar listas personales, con quienes leen en varias lenguas y por tanto pueden abrir su abanico de gustos de forma exponencial. En cualquier caso, hoy mismo, mientras escribía estas líneas, me he dado un paseo por los blogs que recomienda El náuGrafo Digital, o por los que enlaza José Luis Moreno Ruiz, otro bloguero activo, y veo que sus listas coinciden poco con la mía. Normal.

2. Los blogs, y en general las consultas en internet, han ido ocupando una parte importante de mi horario lector, es decir, de una parte sustancial de mi vida. Ahora rivalizan con la lectura en papel, hasta el punto de que me han arrebatado (con mi consentimiento, claro) bastante tiempo que antes destinaba a la lectura de libros y revistas. Este cambio de hábitos me gusta y no me gusta. ¿Por qué no me gusta? Porque no hace falta haber leído a Nicholas Carr (Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?) para ser consciente de que la lectura en la red es más desatenta, más discontinua, más ligera, más en diagonal. Leer en pantalla (excepto tal vez en algunos e-books, cada vez mejor fabricados) no es para mí, casi nunca, como leer en papel. Y por eso mismo aunque mi intención es hablar de blogs que tienen que ver en sentido muy laxo con la literatura, casi ninguno incluye relatos, o poemas, o lo hacen en contadísimas ocasiones. Esos son textos que no me saben igual en la pantalla del ordenador, ni remotamente. Y como tanta otra gente, si encuentro alguno que me interesa, o en general si encuentro un post extenso que quiero releer, lo imprimo para degustarlo mejor, es decir, llego al papel por otra vía.

3. Sin embargo, los blogs atrajeron mi atención desde su surgimiento y rápida proliferación, y ello por una razón muy sencilla: tal vez para mi desgracia y oprobio, siempre he sido un lector voraz de periódicos, y dentro de ellos de suplementos culturales y artículos de opinión (si bien la lectura de prensa me está comenzando a cansar). Dos formatos de la prensa que guardan parentesco con lo que contienen los blogs —los que me interesan, claro, los que van en esa línea en que se cruzan y mezclan la literatura, las recomendaciones de libros, ciertos apuntes políticos o sociales, y siempre la observación de la vida cotidiana—.

4. Pero los blogs ofrecen algo más que encaja de lleno en mis gustos: desde siempre me ha interesado mucho la lectura de diarios más o menos íntimos, dietarios, cuadernos de notas, aforismos. Ahora están de moda. Pero cuando el foco de esa moda gire hacia otros géneros o formatos, pervivirá lo sustancial, vale decir, continuará habiendo escritores que registren las incidencias de su vida, sus cuitas y alegrías, sus pensamientos. Y eso algunos de los blogs que leo lo ofrecen con un notable interés. Blogs donde el escritor nos cuenta en sus entradas incidencias familiares, viajes, pequeños sucesos que ha visto o le han sucedido, encuentros con otra gente, alegrías o decepciones, notas de lecturas entusiastas o frustrantes.Y entre todo ello reflexiones de más alcance, bosquejos de teorías, impresiones fugaces.

5. En esa mezcla de géneros y formatos radica la tantas veces mentada potencialidad de los blogs. Es más: no sólo es que uno decida mezclar muchos elementos en los textos, es que además de textos inserta en sus entradas fotografías, vídeos, músicas. El bloguero puede introducir (¡debe hacerlo!) enlaces a cualquier otro texto o fotografía de personas citadas, o a informaciones sobre ellos. Y, como digo, cruzando, haciendo coexistir, lo personal y lo social, lo particular y lo general, la información y la opinión, el poema y el relato, el enlace a sitios de música y de vídeos, la crítica objetiva y la evocación personal, lo serio y lo humorístico, el texto propio y el ajeno. Cada bloguero crea, con su aportación propia, pero también con la de otros a los que “saquea”, en quienes se apoya, una nueva pieza de sentido, un nuevo significado surgido de esa mixtura.

6. En este punto se impone, creo, mencionar un síntoma de fondo. Hace ya bastantes años que en el “mercado del pensamiento” dejaron de tener fuerza los grandes sistemas doctrinales perfectamente trabados, robustos. Esos sistemas ideológicos que daban respuestas a todo. La crisis, al menos en Occidente, de los grandes sistemas, ha hecho que muchos pensadores y escritores se instalen en la ausencia de sentidos globales, en lo fragmentario, en la teoría parcial, mínima incluso, dubitativa. Y ahí es donde el vehículo del blog adquiere uno de sus sentidos más fértiles. El blog no tiene nunca vocación de sistematicidad. Todo lo contrario: su materia es el fragmento, la nota, la sensación cazada al vuelo, el miniensayo, nunca el tratado ni el sistema.

7. Abrí mi blog en febrero de 2006. Recuerdo muy bien una influencia capital: para entonces yo era lector fiel y admirado de los Diarios de Arcadi Espada, el blog que el periodista catalán mantuvo durante varios años, tras haber publicado en papel, en 2003, un libro del mismo título, Diarios, con el que ganó el premio de ensayo de la editorial Espasa. Al año siguiente, como digo, Espada, cobrando de esa misma editorial (¡nada de escribir gratis, ni en la red ni en papel!, repite siempre este escritor), abrió un blog extraordinario, de comentario periodístico —de deconstrucción periodística, me parece mejor decir—, y consecuentemente de análisis político y cultural. Pero, claro, es que el blog era de Arcadi Espada, quien, guste o no guste nada lo que dice, es un escritor magnífico, un periodista como hay poquísimos, y eso se deja ver en todo lo que publica, en papel o en la red.

Al margen de esa influencia lejana, de admiración de un modelo concreto, a comienzos de 2006 no conocía muchos blogs, y no hacía ese rastreo diario que hoy hago por mi lista de favoritos. Con todo, recuerdo cómo seguí con mucho interés el primer blog de José María Romera, en el que colgaba sus colaboraciones en Diario de Navarra y en los periódicos del grupo Vocento, y más cerca de mí el blog que muy poco antes que yo creó Miguel Leache, un buen amigo, Passy en invierno (www.leache.blogspot.com), un blog sobre todo de fotografía y, en general, de cuestiones estéticas que Miguel ha mantenido con gran regularidad e interés desde entonces. El ejemplo de Passy en invierno, dejando de lado que su materia discurre por otros caminos, influyó en mi decisión.

Pese a ello, a que flotaban en mi ambiente algunos estímulos en esa dirección, empecé de la forma más impremeditada y súbita. Pedro Charro Ayestarán, un amigo más diestro que yo en asuntos de internet (cualquiera lo es, todavía hoy) pasó un día por el sitio donde yo trabajaba entonces, en febrero de 2006, y allí mismo, charlando sobre el asunto, creamos la bitácora en tres minutos. Al día siguiente escribí mi primer post, sobre algunos cantautores a los que escucho desde hace muchos años, espoleado en mi entusiasmo en esas fechas, más concretamente, por un cedé de Pablo Guerrero, Plata. Pedro, que también creó un blog, Dos centavos, lo dejó morir un tiempo después, creo que para centrarse mejor en otros empeños de escritura, entre ellos la columna semanal en Diario de Navarra que mantiene hace años —aunque en 2007 el Ayuntamiento de Pamplona le publicó una magnífica recopilación de textos breves, Rascacielos, en la que incluyó algunas de las entradas de ese blog de corta vida—.