Leo a Diego Manrique hace muchos años. Vi además, en tiempos, sus programas en la televisión. Pero sobre todo escucho los que hace en la radio pública. Manrique, experto en casi todas las músicas, siempre merece la pena, cuando escribe y cuando conduce programas tan valiosos como El ambigú, en Radio 3, donde su selección de temas y estilos resulta, cada día, sorpresiva y estimulante.
Ahora Diego Manrique tiene un cargo en Radio Nacional, no sé bien cuál, junto a Lara López, otra histórica del medio. De manera que seguro que alguna responsabilidad ha tenido en los cambios profundos que arrancan este mes en Radio 3. Y como es muchísimo más que un pinchadiscos, puede que su juicio haya influido en toda la programación musical de la radio pública. Total, que el lunes arremetía en El País contra el modo airado y victimista en que determinados conductores de programas de radio reaccionan cuando les suprimen su espacio. Creo que Diego Manrique se refería en especial, sin dar su nombre, a Fernando Argenta, quien ha dirigido durante treinta y dos años Clásicos populares. Le acusaba de aprovechar los últimos tiempos del programa para atacar a los que le han jubilado y calentar a los oyentes para que se insurreccionaran; y citaba sus intentos de que políticos poderosos entraran en su bronca particular y obligasen a los responsables de la radio a mantener el programa –y, no lo olvidemos, otro programa, El conciertazo, que Argenta hacía los sábados en Televisión Española, y que para él iba forzosamente en el paquete por el que cobraba-.
Yo también escuchaba Clásicos populares, lo he seguido más incluso en la última época, y creo que es un acierto que desaparezca. El programa estaba agotado. El propósito de acercar una cuidada selección de música culta a un amplio público es loable, por supuesto, pero el estilo de Argenta se había ido haciendo cada vez más destartalado, casi caótico. Sin el contrapeso de Araceli González Campa, Argenta cocinaba un programa mal medido, repleto de lapsus, gracietas, frases inacabadas, anecdotillas, digresiones irrelevantes y píldoras constantes sobre sus andanzas por España en calidad de difusor de sus programas y embajador de la memoria de su padre, Ataúlfo Argenta. Ir de gracioso siempre es difícil, y si encima se mezclan las ocurrencias con dardos contra los enemigos la mezcla se espesa. El miniespacio semanal dedicado a su padre despedía un aroma entre el NODO y las vidas de santos, con un locutor de tono rancio y desdichado, y las entrevistas interminables con Luis Sagivela u otras viejas glorias del canto estaban hechas a la diabla.
Otra cosa son programas como Juego de espejos, de Luis Suñén, que lleva años navegando en Radio Clásica por distintos horarios. Cada semana un invitado ajeno al mundo profesional de la música lleva sus discos más queridos al programa, y el diálogo biográfico y musical que Suñén entabla con él tiene un registro cercano, divulgativo, cálido y serio que da gusto, que enseña, que incita, que consolida melómanos. ¿Sobrevivirá el espacio a los últimos cambios? En todo caso, tiene razón Diego Manrique: “el mundo no se acaba con la desaparición de un espacio: pasan los directores, cambian los jefes de programas y los buenos profesionales vuelven a la superficie. Al menos, quiero creer en esa teoría”. Y lo dice un superviviente de mil cambios, destituciones y mudanzas.
6 comentarios:
Estoy completamente de acuerdo contigo Ricardo. Yo espero mucho de Diego Manrique y Lara López.
La radio pública, y en concreto Radio 3, necesitan una buena reforma para adaptarse a los tiempos que corren y comenzar con una buena poda es esencial, hay que dejar sitio para los nuevos retoños.
Por otra parte entiendo que "ser jubilado" después de 32 años en la casa tiene que hacer daño. Sobre todo cuando el criterio para esas jubilaciones no está demasiado claro. (personalmente no alcanzo a comprender porqué se ha dejado sin jubilar al inefable Trecet)
En fin, esperemos que todo esto nos traiga una radio pública de calidad.
Que bueno es leer de nuevo a quienes escriben con rigor y con lucidez.Un regalo que siempre agradezco. Que no decaiga.
El peri
Había un anuncio de colonia cuyo reclamo decía: -¡Vuelve el hombre! Pues eso: -¡Vuelve Ayacam!
En cuanto a tu entrada:
Ingonoro cuales sean las responsabilidades de Manrique en RTVE. "El ambigú" es -o era- un programa flojo que no cuadra con la hora en la que se emite. A las doce de la noche me basta con el Trankimazin. Desde luego, espero que no sea el responsable de que vuelva "Página en Blanco". Esto de que la radio pública se sume otra vez a la cosa del misterio y el ovni me pone de muy mala leche.
No oigo hace tiempo a Lara López. Me gustaba esa respiración suya de los comienzos, un poco nerviosa, entrecortada, entre sensual y apurada. Sabía mucho de música.
Que se vayan unos y vengan otros es lo normal: el cementerio está lleno... etc. Pero que prejubilen a Beatriz Pecker o a Manolo H. H. ( equipo incluido, vgr. Bergia )me resulta extraño: es como los informes que publican algunos bancos en los que se recomienda aumentar la edad de jubilación mientras ellos prejubilan a miles de empleados.
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El hombre a la blogosfera
vuelve como solía
demostrando la ironía:
¿El que espera, desespera?
Rspecto a lo que dice Anton, totalmente de acuerdo.
Muchas gracias, señor Peri. Eso espero yo también, que no decaiga, aunque ya sabe usted que no soy muy de fiar en cuanto a constancia en estas industrias del escribir.
Señor de Passy: unos miniapuntes respecto a su comentario, hechos por un lector de su blog no diario, sino de cada seis horas, que usted lo actualiza con un vigor que paqué.
1.- No creo que Manrique sea responsable de las jubilaciones anticipadas, que en verdad han expulsado de RTVE a gente valiosísima. Y mire que se notan muchas ausencias, entre las que están las que usted cita. No sé si había que hacer o no lo que se ha hecho, porque se me escapan las cifras macroeconómicas, pero es cierto que ha desaparecido gente que tardará muchos años en tener buenos sustitutos (o no los tendrá nunca, porque los tiempos caminan hacia otra clase de radio).
2.- El ambigú no es un mal programa, por dios. Ni a las diez de la mañana, ni a las doce, ni a las nueve de la noche, ni a las cuatro de la madrugada. Y digo estas horas porque la verdad es que nunca he entendido por qué grandes programas de Radio 3 cambian cada cierto tiempo de hora de emisión. A Juan de Pablos ya ni sé cuántos horarios le han dado, o a Manolo Fernández, o a José Miguel López, o a otros. Pero sus programas son valiosos al margen de los líos horarios. Vamos, creo. Por cierto que no sé si Manrique habrá tenido algo que ver con el baile de estos programas en esta temporada. Supongo que sí. Ya habrá tiempo de juzgar lo que han preparado.
Señor de Passy, a sus pies un rendido admirador.
Un programa que en España a acercado la música clásica a millones de españoles es un bien público. Un bien a preservar y a fortalecer. Cuando la telebasura inunda nuestros hogares, Clásicos Populares los llenaba de música. El conciertazo es el único programa para niños que había en la televisión. "La buena reforma" es echar a la gente de su trabajo cuando están en su máxima capacidad. "El progresismo" es colocar a gente joven, inexperta pero con nuevas ideas, ideas progres, de nuestra cuerda. "Cultura" es lo que sucesivas reformas eductivas han dado a nuestros jóvenes cada vez más borricos. Para oir chorradas yo le diría a Antón que ponga "la noche h" "crónicas marranas", o cualquiera de las tontería con que nos están inundando y todo por no tener carnet del PSOE
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