Diario de Noticias (de Navarra) de ayer domingo traía en cubierta una fotografía, con pie de texto, que adelantaba una información interior generosa sobre cierto evento que tuvo lugar el sábado en Ochagavía. Se leía en ese pie que “la práctica totalidad de este coqueto municipio del valle de Salazar retrocedió 100 años hasta convertirse en una fiel reproducción de cómo se vivía en el año 1908. Todos los oficios y trajes de la época quedaron reflejados en esta peculiar fiesta, que embauca (la negrita es mía) a sus numerosos visitantes”.
El diccionario de la RAE recoge que embaucar es, y no hay otro sentido, "engañar, alucinar, prevaliéndose de la inexperiencia o candor del engañado”. De modo que usar el término en la información me pareció, así, a primera lectura, una muestra de la penosa falta de preparación profesional de la chica que firmaba la noticia. Un ejemplo más de la ignorancia de tantos y tantas periodistas. El mismo sábado citaba Arcadi Espada a un lector de sus artículos que le escribió, a propósito de la cobertura que hizo la televisión pública española del accidente de Spanair, que esa “falta de preparación técnica, y hasta psicológica, y de pudor de las muchachitas que la redacción de los informativos mandó al frente es tan obviamente indecente que ninguna televisión regional de Alemania o de Francia, en mi opinión ni siquiera de Italia, las contrataría, ni como estudiantes en prácticas para programas de televentas”.
Pero luego caí en la cuenta de que la chica había acertado de pleno. Lo que el sábado se organizó en Ochagavía fue una ceremonia de embaucamiento, un ritual mentiroso en el que no sé qué diablos había que celebrar. ¿La vida en 1908? ¿Nostalgia de qué? ¿Retorno a algo valioso, o más bien a una visión edulcorada, embellecida, del pasado? Me temo que "prevaliéndose de la inexperiencia o candor del engañado”, los del pueblo, o los que viven en la capital, montaron, ya lo dice la RAE, algo, claro que sí, de “alucinar”.
1 comentario:
Cfr. con la casita de pastores de Maria Antonieta en Versalles, origen de todo Disneyland que se precie. Las jornadas medievales y cosas por el estilo son parques temáticos de bajo presupuesto en los que se olvida, dicho sea metafóricamente, llevar al personal a cagar en la cuadra.
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