07 septiembre 2008

Carlos Pérez Conde y el fin de una época en la radio

Hoy domingo, en su columna semanal del Diario de Noticias, cuenta Carlos Pérez Conde, el veterano radiofonista pamplonés, que le han jubilado, de grado o de fuerza, en Radio Pamplona, la emisora local de la Cadena Ser. Se acabó su programa y se acabó su trayectoria de más de cuarenta años en la radio, primero en la Cope y después en la Ser.

A mí el estilo de Pérez Conde siempre me ha resultado antipático. Pocas veces, y mira que le he oído años, resultaba un locutor cálido y cercano. Rígido, envarado, poseído casi siempre de un tonillo entre redicho e irónico, y en ocasiones con querencia por lo enigmático tirando a oracular, Pérez Conde, además, no se cortaba un pelo últimamente a la hora de editorializar en su Club de las siete como si fuera un portavoz más de Nafarroa Bai.

Y, sin embargo, la expulsión de Pérez Conde del dial no me parece una buena noticia. En absoluto. Sobre todo porque la alternativa, estoy seguro, va a ir en la línea de aumentar la banalidad, la nadería. La radio en Pamplona, al menos en los años setenta y ochenta —y menos en los noventa— tenía trabajadores magníficos que conducían programas en los que era posible escuchar entrevistas de una cierta extensión y profundidad y hasta reportajes elaborados con calma. La selección musical dejaba de lado los odiosos cuarenta principales, y algunos colaboradores podían tener espacios o secciones donde el cine, o los libros, o las músicas menos convencionales, o el debate de ideas, guardaban su sitio. Todo eso ha desaparecido. Ahora el conjunto es homogéneo: ligero, superficial, rápido, ágil, blando, cada vez más inane. Y no digamos nada de la desaparición del sentido crítico.

Igual que cuando dejó Javier Pagola la emisora que ahora abandona Pérez Conde, no puedo dejar de sentir cierta melancolía. Ambos preparaban sus entrevistas a conciencia, incluso se notaba, ¡increíble!, que habían leído, cuando era el caso, el libro del que iban a conversar con el invitado, podían hacer que ese diálogo durara más de veinte minutos si alguien tenía verdaderamente cosas que decir… Su estilo era culto, serio, pausado, lento, poco moderno. Nada que ver con las pildoritas simpáticas y veloces con que nos alimentan las cadenas en estos tiempos.

Acabo de oír el anuncio de La ventana de Navarra, el programa que sucederá a El club de las siete. Se nos promete para el futuro, y con un presentador muy adecuado para ello, un poco de todo, un magacín ágil y sin aristas. O sea, nada de nada. ¡Añorar a Pérez Conde! Eso da la medida de que los tiempos actuales, para quienes tenemos cierta edad e interés por el crecimiento espiritual, van dejando de ser los nuestros en aspectos nada anecdóticos. ¿Pero es nuestra irritación síntoma únicamente de envejecimiento?

Coda: «El esnobismo… es una virtud, me parece, ¿no? Yo creo que hay que defender ciertas palabras que tienen una mala prensa. Una es esnobismo, otra es pedantería. Es bueno ser pedante, y es bueno ser esnob. Porque el esnob es una persona que no puede crear valores, pero sabe cuáles son. Esnob viene del latín sine nobilitate: no tiene nobleza, pero sabe qué es la nobleza. En Oxford, a los estudiantes que venían de las clases bajas, en la puertita del dormitorio les ponían el cartelito “sine nobilitatis”, cuya abreviatura era “snob”, que en inglés se pronuncia esnob. Entonces, en literatura el esnob es aquel que no podría escribir un cuento como John Updike, pero se ha enterado de que en este momento Updike es el cuentista norteamericano más famoso, y entonces habla con toda familiaridad de Updike. Eso es esnobismo. Pero quiere decir que el tipo está reconociendo la calidad de Updike. Por eso digo yo que es mucho mejor ser esnob que ser un resentido. Porque el resentido es el que niega, el que rebaja… Y es ignorante, además». Enrique Anderson Imbert

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué grata sorpresa leerte! Cuando ya casi sin esperanza visitaba tu blog por rutina, de pronto me encuentro con tres nuevas entradas, fantásticas todas ellas, que me han alegrado el día.

Un abrazo

Bea

ayacam dijo...

Me alegro mucho de poder tener noticias tuyas, Bea. Sí, he estado cuatro meses parado, aunque en realidad he hecho muchas cosas en este tiempo, tantas que no me daba la vida para el blog. Ni siquiera para responder al mensaje que dejaste en la última entrada antes del parón. En fin, ya perdonarás.
Un fuerte abrazo.
Ricardo

Jordi Santamaria dijo...

Vengo aquí desde la isla del náufrago digital y me ha gustado mucho su prosa. Espero poder leerle más en el futuro, atentamente
Jordi

elnaugrafodigital dijo...

Enhorabuena por su vuelta a la palestra. Eso de el club de las siete me ha sonado a el club de las siete (provincias vascas...). Que a lo mejor, nunca escuché radio local... abrzs