Escucho este último mes con insistencia Lobos sin dueño, una antología en tres cedés de los mejores temas de Pablo Guerrero. Disfruto con este cantautor desde hace cuarenta años, cuando, preadolescente -un poco raro, la verdad-, conocí el LP que incluía el mítico A cántaros, un vinilo que machaqué tanto que dejé para el arrastre. Ahora, a sus casi sesenta y siete años, la voz de Pablo Guerrero es apenas un hilo ronco, un hilo que se quiebra con frecuencia y tiene vedados muchos registros. Así que el músico Luis Mendo, en funciones de arreglista, ha optado en esta selección por respetar, en muchísimos cortes, la voz del cantautor extremeño tal como se recogió en las grabaciones de estos cuatro decenios, y mezclarla ahora con nuevas bases instrumentales. Este compromiso limita las posibilidades de Mendo. Impide, sobre todo, que las canciones más antiguas sean renovadas radicalmente, cantadas de otros modos o con otros ritmos. Pero peor hubiera sido forzar a Pablo Guerrero a interpretarlas con su voz actual, que da para muy poco, y que sólo se acomoda bien a sus últimas composiciones, ideadas ya en función de sus posibilidades vocales presentes.
30 euros me ha costado el estuche de Pablo Guerrero. Los he pagado con gusto, porque algo de ese dinero, espero, terminará llegándole al músico y (magnífico) poeta. El mundo de la cultura vive tiempos terribles, y me temo que a Guerrero le saldrán ahora muy pocos recitales. Así que, más en esta situación, piratear su música, bajármela gratis, me hubiera parecido como robarle a un músico callejero el dinero que la gente le ha ido echando en el estuche de su instrumento. Bien sé que Warner, la disquera que distribuye este recopilatorio, retendrá un buen porcentaje. Pero quiero que cobren algo Guerrero y todos aquellos que han intervenido, empezando por el gran Luis Mendo, el viejo músico de Suburbano. Y el todo gratis instalado hoy en el acceso a la música grabada no veo cómo puede ayudar a estos artistas a que obtengan algún ingreso por su esfuerzo. ¿Están obligados muchos músicos viejos, para sobrevivir, a subirse a un escenario aunque les fallen las fuerzas, ya que nada deben esperar de sus grabaciones?
Todo gratis, acceso universal y libre a la cultura. Engañiflas, bellas palabras que encubren la pillería del que, simplemente, puede arramblar gratis con algo y lo hace, al margen de cualquier otra consideración. Muchos quieren teorizar este proceder, y por tanto justificarlo. Ya.
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