13 abril 2008

Traductor, traidor

En mis visitas a El Parnasillo, Javier, el librero de Pamplona, apasionado por los clásicos griegos y latinos, más de una vez me ha enseñado versiones castellanas muy distintas de versos del poeta Catulo. Nos hemos reído comprobando cómo algunos traductores, incómodos o avergonzados por la crudeza sexual del poeta, buscaron la forma más eufemística de verter su palabra al español. Latinistas pacatos ha habido, incluso, que prefirieron pasar al griego los versos del poeta antes que escribir algo similar a “Os daré por el culo y me la vais a chupar”, una traducción de Catulo hoy presente en librerías. Y Aníbal Núñez, donde otros habían escrito que la dulce Ipsitila se prepara para abrazar a Catulo nueve veces seguidas, tradujo, sencillamente, que se trataba de nueve polvos.

Leí hace pocos días que la traductora al gallego del exitoso libro de Mark Haddon que en castellano se tituló El curioso incidente del perro a medianoche se atuvo a “un enfoque no sexista” en su tarea. Y es que, palabras textuales de la señora, María Raimóndez, “las estrategias de traducción que utilizo" (debería ir a la cárcel de papel no menos de diez años y un día por expresarse así), "implican no usar el masculino de forma sistemática”.

Si María Raimóndez hubiera dado a la luz un texto suyo, podría haber de su capa un sayo. De hecho, que se ejercite sin traba ninguna en esa tesis que está preparando “sobre las interacciones entre ideología y traducción”. Pero no era el caso. Ateniéndose al “enfoque no sexista” que defiende, en su traducción unos men, en inglés, pasaron a ser xente, dice el editor que se negó a publicar lo que la traductora había manipulado. Y el propio Mark Haddon, terciando en la disputa entre editor y traductora, escribió que "cambiar el sexo de un personaje donde está suficientemente claro cuál es el sexo, es totalmente inaceptable".

¿No estamos, en las versiones de Catulo y en este episodio gallego, ante dos episodios perfectamente análogos de anteojeras ideológicas y de falta de respeto a los originales? Cambian los tiempos, pero el ánimo censoril y manipulador simplemente muda de piel.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizás convenga, para que al hablar de la traductora no se caiga en un enfoque sexista,decir el nombre -Maria Raimondez- e indicar que puede ser hombre o puede ser mujer.
Hay que ser fino en estas cosas y un poco de relajo, nunca viene mal.
Elperi

Javier Díaz dijo...

Las señoras Raimóndez e Ipsitila

Visto como sigue el mundo de la traducción, en tanto queden autores castellanos por releer y descubrir, me lo pensaré dos veces antes de aventurarme en una traducción.
Por cierto, seguro que la dulce Ipsitila prefirió un escarceo culminado apoteósicamente a nueve polvos legionarios consecutivos.
Dado el 14 de abril de 2008 ¡Salud!

Passy dijo...

Estimado editor:

Efectivamente no sé sabe cuál sea el delito principal y cuál el accesorio, porque lo de las "estrategias de traducción" tiene tela.

Bastante tenemos algunos con sufrir en silencio el desconocimiento del inglés para que venga alguien con un hemoal de pega intentando metérnoslo por el Catulo.

Nos vemos después.

Anónimo dijo...

Es para matarla. De todas formas yo estoy acostumbrado porque trabajo en el departamento de Educación donde es obligatorio el uso de la jerga feminista, so pena de que una comisatria política nombrada específicamente para eso, te monte la de Dios por haber escrito, por ejemplo que "los niños deben asistir a clase" o algo similar. Y no son sugerencias, son órdenes.
A mi lo que más me molesta de esta mierda es la estrategia de infiltrarse en núcleos de poder para imponer una cosa. Si estas señoras se presentaran a las elecciones con su colección de monsergas por programa, y las ganaran, me parecería muy bien. pero como saben que directamente no venderían ni una escoba, se meten en partidos políticos (incluso de derechas, como es el caso en Navarra) para conseguir meternos la cosa por el Catulo.

Me recuerda a lo del entrismo de los Troskos. Un proceder un tanto mafioso.

En fin, ya me he desahogado.

Saludos, Ricardo, me alegro de que nos escribas de nuevo.

matías