Hay detalles que me irritan en la actitud sostenida estos días por la escritora Cristina Peri Rossi, de la cual, ya saben, este curso, y por hablar en castellano, han prescindido en la tertulia de Catalunya Radio en que colaboraba. El primero, el más obvio: parece haberse caído ahora de un guindo. Tal vez debido a que, como declaraba el otro día en El Mundo, Cristina Peri Rossi no suele hablar de política porque sencillamente no le interesa –afirmación, como señaló en este blog Andrés Bazin, que provoca estupor a estas alturas de su pelea—, hasta el momento, treinta años después de llegar a Cataluña, no había reparado en cómo se las gastan los prebostes nacionalistas, que educadamente aplican en los despachos lo que les dictan esos energúmenos que escupían a Antonio Muñoz Molina el año pasado en Barcelona, con sus cuerpos a punto de implosionar, “Bilingüismo es fascismo”. Bien dictamina Carod Rovira que catalanes son los que hablan en catalán. Los otros, los castellanoparlantes, son en Cataluña, y deben serlo, como los turcos en Alemania.
Claro que si no hablas de política me temo que acabas pensando de ella con cierta simpleza. Entonces tus análisis son conducidos por los movimientos del ego. El mundo es tu pequeño mundo, poco más que un estado de ánimo. Y acabas derrapando y profiriendo enormidades. “En Cataluña hay miedo, como en la dictadura uruguaya”, afirma furiosa la Peri Rossi. La intensidad del miedo de cada cual es difícil de objetivar y medir, pero, pese a mi nula simpatía por los nacionalismos,¿cabe comparar, hoy por hoy, la actuación del nacionalismo gobernante en Cataluña con la de los milicos que torturaron y asesinaron con saña en el Uruguay de Bordaberri de los años setenta y parte de los ochenta? ¿Podemos hablar del mismo miedo provocado por situaciones objetivas análogas?
En fin, para qué seguir. Cristina Peri Rossi es una estupenda escritora, y creo que trae más cuenta quedarse con su literatura. Por ejemplo, con este poema, incluido en el volumen de poesías completas que hace poco dio a la luz Lumen.
Alegría de vivir
Me levanto
con la certeza
de estar sola:
bajo a la calle
silbo un airecillo
camino contra el viento
enciendo uno de los cigarrillos
que el médico me prohibió
—Estoy sola—
tan contenta
que empiezo a echar monedas
en la máquina del bar
gáname perra,
gáname, tragaperras,
el patrón me mira satisfecho
(Ríete, estúpido, dinero
es lo único que me puedes ganar)
cuando estoy contenta
soy espléndida
tan alegre de estar sola
que enseguida me pongo a conversar
con gente que no me interesa
(Nunca sabrán cuán contenta estoy)
escucho tonterías
no me afectan: tengo alegría interior
soy generosa: digo piropos
a gente que no se los merece
¿Qué voy a hacer si estoy contenta?
Con la felicidad no se puede hacer nada
No se puede escribir poemas
No se puede hacer el amor
No se puede trabajar
No se puede ganar dinero
ni escribir artículos de periódico
La felicidad es esto:
caminar contra el viento
saludar a desconocideos
no comprar comida
(la felicidad es el alimento)
ser espléndida
como el viento gratis que limpia la ciudad
como esta llovizna repentina
que me moja la cara
me resfriaré
pero a mí qué me importa.
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