En marzo de este año se estrenó en el teatro Gayarre de Pamplona un nuevo montaje de Las tres hermanas, tal vez el texto para el teatro más desolado y complejo de Anton Chéjov. La dirección, brillante, fue de Ignacio Aranaz. La obra, en la que amén de las instituciones navarras ha participado el Centro Dramático de Aragón, se está representado todavía en distintos lugares.
Fue idea de la gerente del Gayarre, Ana Zabalegui, repetir, tras los días de función, una experiencia ya ensayada después de las representaciones, hace dos años, de la lorquiana La casa de Bernarda Alba: que varios pintores, coordinados y animados por Pedro Salaberri, creasen una obra que tomara su punto de arranque e inspiración en lo que habían visto y oído. Para afinar el proyecto, y como es de rigor si se quiere soportar esta vida dignamente, fue preciso organizar una suerte de meriendacena, donde, entre chorizo, jamón y buen vino, y con la muy valiosa colaboración del propio Ignacio Aranaz, se habló del teatro de Chéjov, de su sentido e intenciones, de ciertos detalles traídos a colación oportunamente por el director, y de lo que la obra había sugerido, así, a botepronto, a los presentes. Se marcaron plazos y cada uno se fue a su casa a rumiar qué podía hacer a partir de Las tres hermanas.
Los cuadros producidos por los y las artistas que han participado en la propuesta (José Ignacio Agorreta, José Miguel Corral, Miguel Leache, Alicia Otaegui, Julio Pardo, Teresa Sabaté, Pedro y Pablo Salaberri, Sagrario San Martín) se encuentran ya expuestos en distintos lugares del Gayarre desde finales del mes pasado. Yo creo que sin ninguna duda merecen la pena, y que si uno se acerca al teatro a ver en estos meses un espectáculo debería dedicar algo de tiempo a contemplarlos. Chéjov está presente en todos ellos, aunque, es lógico, cada quien ha seguido libérrimamente su propio camino en la asunción de las cuestiones planteadas por el ruso.
En el vestíbulo del teatro podrá el visitante hacerse asimismo con un pequeño catálogo publicado por la Fundación Municipal Teatro Gayarre, y que reproduce las ocho obras, en algún caso junto a las explicaciones que los artistas han querido aportar sobre la suya. Figura además en ese folleto un texto, La vida fracasada, que he escrito sobre Chéjov, sus temas fundamentales y, muy en especial, estas Tres hermanas que, gracias al genial autor, no dejan de emocionarnos y entristecernos.
El texto es demasiado largo para reproducirlo completo en este blog, pero gracias a los buenos amigos de La casa de los Malfenti, una admirable revista literaria electrónica que ya está en su número 24, puede leerse
completo aquí. Como tantos otros, soy un apostol del teatro de Chéjov, y mi única pretensión es la de animar al mundo entero a que se adentre en unas obras maravillosas y radicalmente contemporáneas.
1 comentario:
Formidable texto, Ricardo. Chapeau.
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