Leí el otro día en los periódicos que la editorial Pamiela ha publicado una nueva edición de Atrapados en el paraíso, el libro de Patxi Irurzun que narra el viaje que hizo en 2003 a tierras de Filipinas y Papúa Nueva Guinea en compañía del fotógrafo Joseba Zabalza. Su relato del periplo ganó al año siguiente el premio a la creación literaria del Gobierno de Navarra en la modalidad de novela, lo cual incluía, además de tres mil euros, la publicación del libro. Así se hizo, y hoy es el día en que aún quedan en los almacenes unos cien ejemplares de aquella primera edición, que seguirán a la venta porque no tienen por qué ser retirados.
Antes de lanzar esta nueva edición, ni Patxi Irurzun ni el editor de Pamiela se han dirigido a nadie del Gobierno de Navarra, siquiera sea a un modesto funcionario de medio pelo. Hubiera sido muy fácil, facilísimo, llegar a un acuerdo, seguro, y además los impulsores de esta nueva tirada tienen, muy probablemente, la baza de que en su momento no se firmara un contrato de edición (no lo sé, yo trabajaba entonces en otro lugar y no he encontrado nada en archivos). Pero me parece curioso, por decirlo de alguna manera, que hayan tirado adelante los irurzun y compañía sin hablar con nadie, sin un triste correo electrónico o llamada de teléfono. En fin, ya se sabe que esta es una tierra bronca, y observo en este episodio el mismo proceder que proclamaba orgulloso hace días otro autor de Pamiela: “me jodo en los modales”. ¿El estilo de la casa? ¿Se cree algún ingenuo que habrían actuado de igual modo los de Pamiela si la colisión de dos ediciones del mismo libro en el mercado se hubiera dado no con la Administración, sino con otra editorial privada? Vamos, vamos…
Fui uno de los miembros de la comisión que decidió aquel premio en 2004. En cuanto leí los originales presentados, unos veinte, tuve claro que el que más interés tenía era Atrapados en el paraíso. Fue fácil convencer a los demás integrantes del jurado de que había que premiarlo, sobre todo tras abatir la leve duda inicial de Angel de Miguel, buen poeta y buena persona que luego escribió el prólogo del libro. Hubo quienes, incluso al cabo de los años, nos criticaron por haber premiado un relato de viajes, y no estrictamente una novela. Pero esos policías de fronteras de géneros me aburren indeciblemente, y nunca me tomé sus quejas en serio.
He vuelto a leer este fin de semana Atrapados en el paraíso, y le he encontrado las mismas virtudes que entonces. Patxi Irurzun sólo ha escrito un libro más valioso que este, su dietario Dios nunca reza, publicado en 2011. Pero junto a las virtudes he recordado asimismo las debilidades y caídas de fuerza que ya observé en mi primera lectura de esta historia de un viaje. Sigo pensando que era el mejor de los originales que leímos entonces y que el premio fue justo. Lo que ocurre es que ahora no me apetece extenderme en juicios literarios, en distingos y ponderaciones. Hoy no estamos para eso.
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