04 marzo 2013

En el coche, la música

Los sábados y domingos, mientras conduzco, escucho Toma 1, el programa de Manolo Fernández que este año cumple cuarenta años, la mayoría de ellos en Radio 3. Música country, o lo que el presentador del programa denomina, con más flexibilidad, americana music. Tengo muchos conocidos que no soportan esta música, tal vez porque la asocian con vaqueros de Texas o de Oklahoma ferozmente republicanos, con la América profunda más conservadora. Pero al margen de esa identificación, simplista por demás, lo cierto es que a mí me entusiasma el folk country y no me canso de escuchar a viejas leyendas como Johnny Cash, Kris Kristofferson, Willie Nelson o Emmilou Harris, o a muchos autores de hoy mismo que siguen creando temas magníficos que Manolo Fernández programa puntualmente.

Cada sábado o domingo tengo un momento para el recuerdo, una experiencia emocionalmente intensa, de normal cuando el presentador pincha algún viejo tema que gente más joven versionea. Este sábado me quedé cinco minutos dentro del coche, ya aparcado, escuchando la recreación que un grupo joven ha hecho de Leaving on A Jet Plane, un tema de John Denver que Peter, Paul and Mary hicieron dulzonamente célebre en 1969 y que ahora sale en un disco en memoria de Denver que han preparado cuarenta cantantes. De inmediato se pone en marcha el turbión de los recuerdos. Mil descubrimientos adolescentes, primeros discos comprados en Orbaiceta Musical, que escuchábamos previamente con cascos en cabinas que tenían, pasión por Bob Dylan, un LP maravilloso de Kris Kristofferson que adquirí pero dejé pronto a un amigo y éste tuvo al sol un montón de días dentro de su coche aparcado, con lo cual el vinilo se estropeó miserablemente, horas y horas escuchando a John Denver, al inglés Donovan o a Johnny Cash, el descubrimiento de Woody Guthrie y de su hijo Arlo, la felicidad y tremenda desdicha de aquellos años, todo revuelto y caótico… Termina la canción de John Denver y me quedo unos minutos más en el coche, entregado a ese ejercicio sentimental inútil, dulce y un poco doloroso.

El coche, un buen lugar para escuchar música. Hace poco la lingüista Inés Fernández Ordóñez contaba en Juego de espejos que todos los días, cuando recorre Madrid a solas en su vehículo, yendo o viniendo del trabajo, se pierde en la música que más quiere gracias al reproductor de cedés, y que esos ratos le confortan el ánimo indeciblemente. A mí, más desastroso y elemental en mis rutinas, me basta con la radio, que, aun contando con los inconvenientes del azar, casi siempre que conduzco me premia con algún tema soberbio en Radio 3, o con un fragmento capturado en Radio Clásica, unos minutos que, con mucha frecuencia, salvan el día, introducen en la grisura espesa y laboral una cuña de belleza.

Digo laboral, pero no es así ahora. Estos instantes de gozo en el coche, tantos años disfrutados a diario entre el trabajo y mi casa, son ahora de fin de semana. Así que me lo paso bomba con la selección dominical de La madeja, un programa de Radio 3 que recuerda a grandes de otras épocas del rock o del blues, o con un programa totalmente friki, La curiosidad mató al gato, que los sábados cocinan Fernando Navarro y el actor Carlos Areces, este de la cuadrilla de actores que empezaron con La hora chanante y Muchachada Nui. En La curiosidad mató al gato se escucha a la gente más rara que imaginarse pueda, llevando al extremo lo que ya hizo Paco Clavel muchos años con El guirigay y con Extravaganzza. Los temas que elige Carlos Areces “para perlar los ojos” de los oyentes, o las versiones de temas famosos que encuentra, ejecutadas por los peores cantantes del planeta, son indescriptibles.

Ratos de coche y música, momentos robados al tiempo más pedestre y tonto. El sábado, en Iturrama, la gente pasaba hacia los bares que se llenan a la hora del vermú mientras yo estaba perdido dentro del vehículo. Luego salí para comer en un estado de cierta euforia, llena la cabeza de mil cosas, pensando que la mañana no había terminado nada mal.

6 comentarios:

elnaugrafodigital dijo...

Pocas cosas casan tan bien como coche y música.

Movimiento y ascesis.

ayacam dijo...

Es verdad, Eduardo. Y por ejemplo el cine ha asociado mil veces los grandes viajes por carretera con la música. No hay más que pensar en el cine americano, y esos viajes de cientos y cientos de kilómetros que transforman a los que van en el coche, y en los cuales siempre hay música emotivamente asociada al trayecto. Pero yo quería hablar de los viajes muy cortos, por la ciudad, que también permiten cierto tipo de aventuras.

miguel dijo...

Estoy escuchando de fondo el programa de "La curiosidad mató al gato" dedicado a los falsetes. Gracias por la recomendación. Qué bueno saber que hay alguien que está peor que uno mismo. Fantástico.

Saludos,

mecánica automotriz dijo...

Qué gran combinación. Doy gracias a quien inventó las ventanillas, porque yo soy de las que cantan en el coche a todo pulmón, aprovechando que puedes subir el volumen sin molestar a los vecinos. Apunto las dos recomendaciones :)

mecánica automotriz dijo...

Qué gran combinación. Doy gracias a quien inventó las ventanillas, porque yo soy de las que cantan en el coche a todo pulmón, aprovechando que puedes subir el volumen sin molestar a los vecinos. Apunto las dos recomendaciones :)

ayacam dijo...

Sí, cantar en el coche. Qué grandes momentos. Gracias, automotriz.