La revista TK ha publicado, en su número de 2011, aparecido a fin de año, un artículo que les envié, Los blogs de cada día. Quince notas y unas recomendaciones. Como es bastante largo para reproducirlo aquí de golpe, voy a dividirlo en varias entradas. Me gustaría que sirviera como preámbulo a una nueva temporada de El ángulo, tras unos meses de silencio.
1. Las notas que siguen persiguen un objetivo muy modesto: seleccionar, comentar y recomendar muy brevemente, a partir de mi experiencia como lector diario en internet, un pequeño elenco de blogs más o menos literarios, dicho sea esto de literarios en sentido muy amplio. Es evidente que otros lectores de bitácoras en la red acumularán experiencias muy diferentes a la mía. Y es que, según nuestras ideas o gustos, dentro de la oferta de internet caben itinerarios diversos, listas de favoritos tan distintas que no se cruzan nunca, o sólo en contados casos.
Desde luego, las diversas selecciones de blogs pueden incluir algunos de gente muy conocida, o que partiendo del anonimato han conseguido miles de seguidores, pero también hay quien atiende en especial a blogs de gente que conoce, amigos, personas de su ciudad, y que ya solo por eso se incorporan a su lista de favoritos. Eso sin contar, a la hora de conformar listas personales, con quienes leen en varias lenguas y por tanto pueden abrir su abanico de gustos de forma exponencial. En cualquier caso, hoy mismo, mientras escribía estas líneas, me he dado un paseo por los blogs que recomienda El náuGrafo Digital, o por los que enlaza José Luis Moreno Ruiz, otro bloguero activo, y veo que sus listas coinciden poco con la mía. Normal.
2. Los blogs, y en general las consultas en internet, han ido ocupando una parte importante de mi horario lector, es decir, de una parte sustancial de mi vida. Ahora rivalizan con la lectura en papel, hasta el punto de que me han arrebatado (con mi consentimiento, claro) bastante tiempo que antes destinaba a la lectura de libros y revistas. Este cambio de hábitos me gusta y no me gusta. ¿Por qué no me gusta? Porque no hace falta haber leído a Nicholas Carr (Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?) para ser consciente de que la lectura en la red es más desatenta, más discontinua, más ligera, más en diagonal. Leer en pantalla (excepto tal vez en algunos e-books, cada vez mejor fabricados) no es para mí, casi nunca, como leer en papel. Y por eso mismo aunque mi intención es hablar de blogs que tienen que ver en sentido muy laxo con la literatura, casi ninguno incluye relatos, o poemas, o lo hacen en contadísimas ocasiones. Esos son textos que no me saben igual en la pantalla del ordenador, ni remotamente. Y como tanta otra gente, si encuentro alguno que me interesa, o en general si encuentro un post extenso que quiero releer, lo imprimo para degustarlo mejor, es decir, llego al papel por otra vía.
3. Sin embargo, los blogs atrajeron mi atención desde su surgimiento y rápida proliferación, y ello por una razón muy sencilla: tal vez para mi desgracia y oprobio, siempre he sido un lector voraz de periódicos, y dentro de ellos de suplementos culturales y artículos de opinión (si bien la lectura de prensa me está comenzando a cansar). Dos formatos de la prensa que guardan parentesco con lo que contienen los blogs —los que me interesan, claro, los que van en esa línea en que se cruzan y mezclan la literatura, las recomendaciones de libros, ciertos apuntes políticos o sociales, y siempre la observación de la vida cotidiana—.
4. Pero los blogs ofrecen algo más que encaja de lleno en mis gustos: desde siempre me ha interesado mucho la lectura de diarios más o menos íntimos, dietarios, cuadernos de notas, aforismos. Ahora están de moda. Pero cuando el foco de esa moda gire hacia otros géneros o formatos, pervivirá lo sustancial, vale decir, continuará habiendo escritores que registren las incidencias de su vida, sus cuitas y alegrías, sus pensamientos. Y eso algunos de los blogs que leo lo ofrecen con un notable interés. Blogs donde el escritor nos cuenta en sus entradas incidencias familiares, viajes, pequeños sucesos que ha visto o le han sucedido, encuentros con otra gente, alegrías o decepciones, notas de lecturas entusiastas o frustrantes.Y entre todo ello reflexiones de más alcance, bosquejos de teorías, impresiones fugaces.
5. En esa mezcla de géneros y formatos radica la tantas veces mentada potencialidad de los blogs. Es más: no sólo es que uno decida mezclar muchos elementos en los textos, es que además de textos inserta en sus entradas fotografías, vídeos, músicas. El bloguero puede introducir (¡debe hacerlo!) enlaces a cualquier otro texto o fotografía de personas citadas, o a informaciones sobre ellos. Y, como digo, cruzando, haciendo coexistir, lo personal y lo social, lo particular y lo general, la información y la opinión, el poema y el relato, el enlace a sitios de música y de vídeos, la crítica objetiva y la evocación personal, lo serio y lo humorístico, el texto propio y el ajeno. Cada bloguero crea, con su aportación propia, pero también con la de otros a los que “saquea”, en quienes se apoya, una nueva pieza de sentido, un nuevo significado surgido de esa mixtura.
6. En este punto se impone, creo, mencionar un síntoma de fondo. Hace ya bastantes años que en el “mercado del pensamiento” dejaron de tener fuerza los grandes sistemas doctrinales perfectamente trabados, robustos. Esos sistemas ideológicos que daban respuestas a todo. La crisis, al menos en Occidente, de los grandes sistemas, ha hecho que muchos pensadores y escritores se instalen en la ausencia de sentidos globales, en lo fragmentario, en la teoría parcial, mínima incluso, dubitativa. Y ahí es donde el vehículo del blog adquiere uno de sus sentidos más fértiles. El blog no tiene nunca vocación de sistematicidad. Todo lo contrario: su materia es el fragmento, la nota, la sensación cazada al vuelo, el miniensayo, nunca el tratado ni el sistema.
7. Abrí mi blog en febrero de 2006. Recuerdo muy bien una influencia capital: para entonces yo era lector fiel y admirado de los Diarios de Arcadi Espada, el blog que el periodista catalán mantuvo durante varios años, tras haber publicado en papel, en 2003, un libro del mismo título, Diarios, con el que ganó el premio de ensayo de la editorial Espasa. Al año siguiente, como digo, Espada, cobrando de esa misma editorial (¡nada de escribir gratis, ni en la red ni en papel!, repite siempre este escritor), abrió un blog extraordinario, de comentario periodístico —de deconstrucción periodística, me parece mejor decir—, y consecuentemente de análisis político y cultural. Pero, claro, es que el blog era de Arcadi Espada, quien, guste o no guste nada lo que dice, es un escritor magnífico, un periodista como hay poquísimos, y eso se deja ver en todo lo que publica, en papel o en la red.
Al margen de esa influencia lejana, de admiración de un modelo concreto, a comienzos de 2006 no conocía muchos blogs, y no hacía ese rastreo diario que hoy hago por mi lista de favoritos. Con todo, recuerdo cómo seguí con mucho interés el primer blog de José María Romera, en el que colgaba sus colaboraciones en Diario de Navarra y en los periódicos del grupo Vocento, y más cerca de mí el blog que muy poco antes que yo creó Miguel Leache, un buen amigo, Passy en invierno (www.leache.blogspot.com), un blog sobre todo de fotografía y, en general, de cuestiones estéticas que Miguel ha mantenido con gran regularidad e interés desde entonces. El ejemplo de Passy en invierno, dejando de lado que su materia discurre por otros caminos, influyó en mi decisión.
Pese a ello, a que flotaban en mi ambiente algunos estímulos en esa dirección, empecé de la forma más impremeditada y súbita. Pedro Charro Ayestarán, un amigo más diestro que yo en asuntos de internet (cualquiera lo es, todavía hoy) pasó un día por el sitio donde yo trabajaba entonces, en febrero de 2006, y allí mismo, charlando sobre el asunto, creamos la bitácora en tres minutos. Al día siguiente escribí mi primer post, sobre algunos cantautores a los que escucho desde hace muchos años, espoleado en mi entusiasmo en esas fechas, más concretamente, por un cedé de Pablo Guerrero, Plata. Pedro, que también creó un blog, Dos centavos, lo dejó morir un tiempo después, creo que para centrarse mejor en otros empeños de escritura, entre ellos la columna semanal en Diario de Navarra que mantiene hace años —aunque en 2007 el Ayuntamiento de Pamplona le publicó una magnífica recopilación de textos breves, Rascacielos, en la que incluyó algunas de las entradas de ese blog de corta vida—.
No hay comentarios:
Publicar un comentario