Hace más de veinte años –pero la cosa duró mucho tiempo—, un numeroso sector de enseñantes de la red pública, no pocos de ellos profesores en euskera (modelo D), se encorajinaban cuando llegaba el Nafarroa Oinez. Se trata de una fiesta que, según quienes la organizan, reivindica y apoya económicamente a “EL EUSKERA”, así, a lo grande y sin más matices. Pero, quiá, lo que se monta cada octubre es la recogida de dinero para construir o mejorar el edificio de una ikastola privada, bien privada, un colegio que, por otra parte, tiene todas sus aulas concertadas con la Administración –o sea, pagadas generosamente por el Gobierno, como cualquier otro centro privado de Navarra—.
Hoy las críticas feroces que hacíamos a este montaje parece que han quedado en total sordina. Mucha gente se ha cansado de ir contra la corriente, y por otra parte no pocos profesores de la enseñanza pública, cuando sienten y deciden como padres y madres, cambian de registro: prefieren mil veces escolarizar a sus infantes en un centro privado, y además euskaldun y distinguido, más ahora que los centros públicos se han poblado de inmigrantes. Eso, y por supuesto que la enseñanza privada, sea en euskera, castellano o chino mandarín, le está ganando la batalla organizativa e ideológica a la pública. Signo triste de los tiempos, sobre el que habría mucho que hablar y escribir.
Pero lo de este año es muy fuerte. El Oinez de 2008 ayuda a las arcas de la ikastola Francisco de Jaso. Conozco a mucha gente que lleva sus hijos a Jaso. Personas incluso muy cercanas a mí, a las que me unen bastantes cosas. Gente de clase media tirando a muy acomodada, con un pasar mucho más que holgado. El otro día el director del centro dijo: “somos una ikastola de barrio”. ¿De barrio? ¿De qué barrio? ¿De qué barrio vienen todos los días los autobuses y coches particulares que en triple y cuádruple fila atestan las calles que rodean a la ikastola en las horas de entrada y salida del alumnado? Confieso que la maniobra del director, es decir, asociar Jaso a las connotaciones de sencillo, popular, cercano, entrañable, casi menesteroso, que vienen a la mente con la expresión “de barrio” me pareció una genialidad, una sutileza –o manipulación— lingüística que Orwell no hubiera mejorado.
Por eso, cuando hoy salgo de casa hoy y paso por el evento, y les veo trabajar para que, por encima del sostenimiento oficial de su colegio, les dé pasta EL EUSKERA, y la gente que ha venido de toda Euskal Herria, recuerdo el lema de un concierto que ciertos grupos rojeras aragoneses organizaron en la época ochentera de eclosión de los grandes eventos musicales de ayuda a Africa y a todas las nobles causas: Concierto de los pobres de Zaragoza a beneficio de los ricos de Nueva York.
2 comentarios:
No soy muy amigo de sacar el shándal a pasear los domingos, en enfundarme unas botas gore-tex que no tengo. Quizá por eso no sintonizo con esta causa andante, por una cuestión estética. Estética además adulterada, porque hablamos de un perfil que ya me conozco yo, de clase media más que desahogué, pero al que le gusta como afearse y ponerse el gore-tex y el forrico polar bien preto.
No obstante, desde el respeto, parece como que la causa ha quedado ya un poco trasnochada. ¿Qué se hará realmente con esos fondos recolectados? Ahí queda la pregunta, con su buena carga de suspicacia, no lo niego.
¿Cómo se dice macrobotellón en euskera?
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