Sigo con mucho gusto el blog de Rafael Reig. A veces me carcajeo con sus maldades sobre el mundillo literario, en ocasiones discrepo de las enormidades que suelta, y hay días que admiro o me repele el personaje un tanto autodestructivo y baldragas que compone este Reig.
Desde luego lo que aplaudo sin reservas del blog es su carácter de diario nítidamente personal, tan autobiográfico que el escritor no teme adentrarse en nimiedades. Las andanzas con su hija Anusca, los concursos de paellas con su novia, las partidas de ajedrez con sus amigos, las anécdotas en sus viajes, el trasiego desbocado de whiskis y licores varios, las rutinas menudas en diferentes bares (según el día de la semana o el compañero de bebidas que se tercie), esas fotos tontas que salpican las crónicas y en las que posan hijas, hijastras, novias, primos, compinches y conocidos..., todo eso, contado con la gracia que se trae Reig, me entretiene y divierte casi siempre.
¿Que por qué digo esto? Porque me sigue asombrando el desdén que encuentro de vez en cuando a mi alrededor por las vidas ajenas. ¿Sentido exagerado de la discreción? ¿Autismo? ¿Satisfacción por vivir exclusivamente en las alturas de las excelsas teoría, o de las generalidades sin nombres ni detalles particulares?
La educación de Oscar Fairfax, una novela de Louis Auchincloss que recomiendo con ganas, se abre con unas líneas de Madame Du Deffand que me han hecho cavilar en la misma dirección. No me describen aún con propiedad (a estas alturas de mi inmadurez y curiosidad intelectual me parecería una estúpida jactancia hacerlas mías), pero puede que con el tiempo acaben dibujándome: “Todas las historias universales y las investigaciones sobre la causa de las cosas me aburren. He agotado todas las novelas, los cuentos y las obras de teatro; tan sólo las cartas, las vidas y las memorias escritas por aquellos que narran su propia historia me divierten y despiertan mi curiosidad. La ética y la metafísica me aburren intensamente. ¿Qué puedo decir? He vivido demasiado”.
1 comentario:
Que bien me sienta leer de nuevo cosas en tu blog.
Me gusta mucho saber de la vida de los demás porque es una forma de sentir también la propia.
Supongo que vosotros necesitais alguien a quien contárselo para cerrar el circulo, así que me cojo una silla y sigo atento.
Gracias
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