«Desde un inocente cubículo de una universidad norteamericana o europea es fácil colgar pósteres del Che y seguir creyendo en la violencia redentora, en las abstracciones que niegan y asfixian a la realidad o en el llamado a un “hombre nuevo”. Esta anacrónica profesión de fe es un acto inadmisible de ignorancia sobre el desenlace opresivo de la Revolución cubana, en el cual el Che Guevara no es un responsable menor. Como Trotsky en la Unión Soviética, su imagen parece ennoblecerse con el exilio, la derrota y el martirio. Pero su fanatismo no palidece frente al de sus “colegas enemigos”. En lo que tiene de inercia ideológica, la Che-manía no sólo niega la tradición democrática de Occidente sino que deja de lado lo que a mi juicio es el único ángulo salvable de Guevara para nuestros días: la coherencia de su igualitarismo. Hay algo válido y aún necesario en esa aspiración utópica, sobre todo ahora que el fantasma del vacío recorre el mundo engullendo, como un hoyo negro, todo sentido de fraternidad. Pero la igualdad, impuesta desde arriba, ahoga un fin tal vez más preciado: la libertad. Por lo demás, desde Latinoamérica el paisaje se ve distinto: aquí estamos tratando de fortalecer nuestras frágiles democracias y nada más remoto de sus valores que las románticas e irresponsables aventuras de aquel condottiero del siglo XX.»
Enrique Krauze, en un impecable artículo del número de la revista Letras Libres de febrero de 2007 (gracias a R. V.)
2 comentarios:
Desde octubre sin saber de usted y cuando parecía que de nuevo nos iba a deleitar e ilustrar con sus esperados comentarios parece que de nuevo el tiempo de que dispone para ello escasea. Anímese. Estoy seguro de que somos unos cuantos los que, si bien no le agradecemos como se merece su esfuerzo, estamos esperando leerle con mayor frecuencia, apostados también en este ángulo.
Hola Ricardo.
Siento mucho lo de Jrub, sé que vuestra relación era estrecha y, al no saber cómo hacer llegar mis sentimientos hasta allí, he optado por contactar contigo. Mi amistad con él también era fuerte y me da rabia no poder siquiera acercarme a decir adiós, auqnue no sé si serviría de mucho.
Símplemete hacer llegar desde Madrid mis recuerdos y que todo siga bien, aunque cueste aceptar estas cosas.
La imagen que me viene a la cabeza ahora que te escribo no es sino la de la tertulia que rechacé con vosotros este verano tras vuestra cena en el Bocatti porque venía mi madre a buscarme, recuerdas? Pues ahora no me puedo quitar de la cabeza el '¿Por qué no lo hice?'. Supongo que son cosas que nos pasan a todos.
Bueno, espero que este pequeño comentario esté bien puntuado. He puesto algo de empeño y creo que voy mejorando.
Un saludo y hasta otra.
Nina Olvido.
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