Nueva visita a la feria del libro viejo y de ocasión. La tarde es deliciosa y la plaza del Castillo está muy animada, aunque, ay, comprando libros uno puede moverse con gran comodidad. Me llevo una antología del mexicano Alfonso Reyes, un verdadero sabio del que uno siempre saca algo valioso. Al azar encuentro estas líneas que, escritas en 1921, parecen preludiar lo que ahora tantos probamos con los blogs:«Ya no hay quien no escriba para el público artículos de dos o tres líneas. En estética, micro-realismo, y en estilo, monosilabismo. Así va el mundo. Y a juzgar por el aceleramiento de la vida, así como se ha dicho que la revista matará al libro, puede asegurarse que la nota matará al artículo. No se ve, antes de aventurarse en una lectura, si el asunto nos interesa, si la firma nos merece confianza: se ve si ocupa más de tres páginas. Los libros de notas –pulso febril del tiempo— serán la literatura de mañana, y ya casi son la de hoy». Claro que no podía imaginar Reyes, ¡en 1921!, lo que vendría muchos años después –aunque ya se ve que los pronósticos siempre son arriesgados: ni ha muerto el artículo extenso ni las revistas han matado a los libros; el día que estos mueran el crimen lo cometerán otros agentes—.
El fragmento termina con una observación de Reyes muy exacta, pero a la cual, a la altura de nuestros días, quisiera uno despojar de su punto lamentoso: «También los tratados de filosofía sistemática se van transformando en ‘ensayos’, palabra del escepticismo.» Sí, somos escépticos frente a los grandes sistemas, por eso apreciamos el fragmentismo, la sugerencia, la exaltación del individuo y la autonomía del comportamiento con respecto a las grandes creencias —que vemos como incómodos corsés que además ciegan el verdadero conocimiento de lo que hay—.
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