18 septiembre 2006

Babeando

El País extractaba ayer domingo un artículo del escritor y diputado argentino Miguel Bonasso en el que narra un encuentro reciente con Fidel Castro. Bonasso, autor de algunos libros valiosos, escritor político de ideas confusas tirando a siniestras, y que ha sido publicado aquí por la editorial batasuna Txalaparta, se topa primero con el médico personal del caudillo, quien anda “derrochando bonhomía”. Una “señora muy amable” le introduce después en la habitación del enfermo, donde la visión de éste le reconforta: “el nudo que yo traía en la garganta se aflojó de golpe. Puede sonar increíble, pero Fidel estaba tan lúcido y filoso como siempre”. Castro, seguro que para multiplicar el regocijo del argentino, le “subraya que su gran amigo Hugo Chávez se ha convertido en un líder mundial”. En esas anda desde luego el militarote bolivariano, al que sus arengas en “Aló presidente”, alimento del zapping, más le emparentan con Cantinflas, y por eso acaba de estrechar lazos fraternales, en una gira, con las grandes esperanzas de la revolución mundial. Por ejemplo, el últimamente reblandecido Gadafi, o el rozagante presidente iraní, o el gran timonel de Corea del Norte, otro figura.

Bonasso escucha embelesado a Fidel, el cual habla “con la misma intensidad de siempre, como si no hubiera pasado por el filo de la navaja dejando en terrible suspenso a millones de personas”. Y parece producirle un escalofrío la confesión del cubano de que quería terminar la corrección de las pruebas del libro de Ignacio Ramonet (Fidel Castro: biografía a dos voces) “porque no sabía de qué tiempo dispondría”. Tan tremendo le parece el momento a Bonasso, tan cargado de gravedad, que se cierne sobre la habitación “la sombra del gran límite, de la imposibilidad de toda posibilidad”. Sobrecogedor.

El tono babeante y genuflexo de todo el articulito es idéntico al que se gasta el propio Ramonet, quien, pese a las homilías llamando a la rebelión que nos asesta en Le Monde Diplomatique, aparece en el libro como un vocero de Castro tan entusiasta y rendido que en la presentación casi lo retrata como un superhombre, tal es el conjunto de virtudes y saberes que lo adornan. En fin, que Ramonet, en realidad, no ha tenido ningún remilgo en firmar lo que no es más que un panfleto autopropagandístico del propio tirano.

¿Pero qué condena es esta? ¿Es que no hay otro camino decente, con lo que ha caído en el mundo en los últimos veinte años, que el de esta cuadrilla de líderes desalineados pero despóticos y sus periodistas felpudo? ¿Es que la crítica y la resistencia a la globalización realmente existente tienen que estar en manos de esta jarca?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ricardo, me alegro que la liquidación del blog haya sido un desfallecimiento momentáneo. Lo cierto es que los frecuentadores de tu "ángulo", aunque inivisibles, somos gente voraz, diría que proclives al canibalismo, y no soportamos que nos insinúen que se han acabado las viandas que esperamos encontrar en la mesa. Larga vida, pues, a tus deliciosos escritos, que unos cuantos (estoy seguro que bastantes dentro de las magras estadísticas de la lectura de calidad) visitamos con placer. Manolo Bear