14 marzo 2012

Gritos privados, silencios públicos

El otro día participé en un foro de discusión de gentes vinculadas con la cultura. Enseguida surgió la situación de los grupos musicales, teatrales y de danza de Navarra, y el nuevo sistema de ayudas que el Gobierno ha puesto en marcha en 2012 para ellos. Alguna persona señaló, en ese ámbito tan recogido y privado en que estábamos, que las ayudas concedidas, y que acababan de hacerse públicas, no habían estado acertadas. ¿Por qué? Pues porque hay grupos, dijo, que no tienen una calidad en su trayectoria que justifique las cantidades que han logrado.

Esos grupos no se han estado callados en los últimos meses en la esfera pública. Antes al contrario, han organizado una buena gresca en los medios, en el Parlamento e incluso en la calle, ya que temían que el nuevo método de reparto pudiera dejarles sin las suculentas cantidades que llevaban varios años obteniendo para desarrollar su trabajo.

En esos meses de constante y conflictiva presencia pública de los que se veían ya sin dinero nadie, públicamente, ha juzgado su hacer con criterios de buena o mala calidad artística. Se ha hablado mucho, con más o menos tino o demagogia, de la función social de la cultura, de puestos de trabajo o de criterios de gasto público, y más en época de crisis.

Y siendo ciertamente importantes todas esas dimensiones del conflicto, en ningún momento se ha dicho: el resultado artístico de las actividades de este o aquel grupo es bueno, malo o regular. Y lo es por esto, por esto y por esto.

Comentarios privados seguro que ha habido bastantes. Públicos, ninguno. En la provincia los gritos se dan en privado, en el círculo de colegas o amigos. En público no hay ni susurros. En la provincia no se conocen críticos que, en público, se apliquen a razonar con claridad, y del modo más razonado y documentado posible, cuál es la opinión que una obra les ha merecido. En todo caso, lo harán si se habla de gente que no se conoce, o de nulo poder de influencia, o de extranjeros que nos pillan muy lejos.

No se sabe si los silencios son debidos a la inanidad de los productos “navarros” o al deseo de “no meneallo”. En un mundo reducido, en el que gran parte de los interesados se conocen, casi todo se queda en el estadio del chismorreo. De este modo se cultiva una actitud que recuerda a la del mono de la fábula de Monterroso, que quería ser escritor satírico pero siempre se contenía para evitar que sus amigos de todos los pelajes se sintieran aludidos en sus sátiras.

Ay, la necesidad de una crítica seria, libre, desprejuiciada… Cuánto se habla de ella, y qué poco se practica. El otro día vi que me habían ingresado en cuenta 32 euros. Y es que me descontaron en esa misma cuenta hace pocos meses la suscripción anual a la Revista de Libros, pero en diciembre la Fundación Caja Madrid-Bankia (en una miserable decisión con derecho a capítulo aparte), que la sostenía, resolvió cerrarla, y ahora me devuelven una parte de lo que pagué. Yo, desde luego, hubiera seguido abonando muy gustoso esa suscripción muchos años, porque era una revista de artículos largos, informativos y analíticos, llenos con frecuencia de comentarios desarrollados con la extensión necesaria, ponderados y sagaces sobre los libros que se criticaban. Y, a veces, eran artículos durísimos con el libro que fuera, feroces a la hora de señalar sus defectos. Lo cual también tenía un gran valor, una incuestionable utilidad intelectual.

Ese estilo crítico no lo encuentra uno en las mugas forales casi nunca. Aquí criticar, discriminar, distinguir, es decir, separar lo bueno de lo malo, y por tanto señalar lo malo, el falso producto, el falso prestigio…, casi nunca, al menos en público. ¿Hay que ser muy rico, muy mayor y estar enfermo para ser libre?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

OPUS ULTIMUM...
quiero darte pie al capítulo de la ¿antigua? Fundación Caja Madrid... no sólo han dejado de publicar Revista de Libros, también han dejado de financiar varios de sus ciclos de música. Como ellos mismos dicen en su página web (fundacioncajamadrid.es), "Tanto cuantitativa como cualitativamente, el Programa de Música de la Fundación Caja Madrid es el más importante de cuantos se realizan en nuestro país por parte de entidades de características semejantes". Pues bien, en el concierto de febrero del Liceo de Cámara en el Auditorio Nacional, Luis Gago anunció que era el último concierto de ese ciclo (el 20º). La crónica de Scherzo la titulaban "El mazazo". Lo chocante es que aún se puede descargar el programa de la temporada completa que, premonitoriamente, llevaba por título "Opus ultimum". Se han quedado en el aire nueve conciertos, todos magníficos. No se sabe qué va a pasar con el ciclo sinfónico, el de lied, el de los Siglos de Oro o el de musicadhoy. Aunque todo parece indicar que la suspensión es total. Bueno, recién leo esta noche que el ciclo de lied lo asume el INAEM. Pero la programación sigue viva, para escarnio de los aficionados, en su página web... lge

Anónimo dijo...

Por lo que uno ve y oye, lo de esta su "provincia" se iguala,lamentablemente, a otras "provincias". Por si lo considera de interés, le anoto un enlace donde se habla -con brevedad y enjundia- de la crítica. Así pues, se lo hago llegar del mismo modo que una buena amiga me lo envió: con el ánimo de promover un uso público de la crítica cultural:

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/4539-522-2012-01-15.html

Gracias, un cordial abrazo.
T.V.B.